Considerando la esencia del arte y la realidad imperante de los medios de comunicación, como expresión del desarrollo mundial inmediato, presento la serie Exorcismos. Hacia 1400, el lenguaje formal del arte europeo se caracterizó por una uniformidad que rara vez se experimenta. Los historiadores del arte no han podido ponerse de acuerdo hasta hoy, en como denominar ese estilo difundido en casi todas las regiones europeas, más conocido como “Gótico Internacional”. La explicación al problema de la terminología reside en que de este fenómeno, no se dieron cuenta ni los coetáneos e incluso la historiografía del arte comenzó a advertirlo solo a fines del siglo XIX. Se consideró como un estilo transitorio, sin valores propios; aun así lo “internacional” indica en este caso que, traspasando límites geográficos y políticos, este arte engendró tendencias estilísticas parecidas, que al entrar en interacción unas con otras llegaron a crear un nuevo y único lenguaje formal, en tiempos donde lo “cognitivo” podía significar la muerte. Estamos en pleno siglo XXI donde las nuevas tecnologías controlan lo cotidiano, ebullición del desarrollo, del cual el Arte no está exento, como registro temporo-espacial de la existencia humana. Si establecemos paralelos entre el 1400 y el siglo XXI, todas las coordenadas coinciden. La historia se repite con la excepción de que “el conocimiento” se encuentra en un dinamismo sin precedentes. Muchos aun consideran que el alma del arte no puede salir de un celuloide degradada en pixeles y las nuevas tendencias, aunque disfrutadas por el espectador, terminan en la pupila de lo efímero con dirección a la pérdida de la identidad. Intentemos entonces, ya sea con “Iluminaciones” en latín o con SMS; crear un idioma único que rompa no solo los muros preestablecidos por académicos sin horizontes, sino la imagen y el sonido, consumando al Arte como parte definitiva de nuestras vidas y forma permanente de comunicación. Pretendo de esta manera sostener un diálogo entre el Arte Gótico recontextualizado en la contemporaneidad y la democratización tecnológica del Arte, como tendencias estilísticas similares solo separadas por el tiempo.